Cinco razones para leer «El nombre del mundo es bosque»

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Ursula K. Leguin es sin duda una de nuestras autoras predilectas y no sólo en su faceta de escritora de ciencia-ficción. En su obra aúna conceptos muy creativos con un saber profundo y antiguo acerca de las contradicciones del ser humano.

Portada de El nombre del mundo es bosqueK. Leguin está dotada de una gran empatía, como demuestra en grandes obras como «La mano izquierda de la oscuridad» o «Los cuentos de Terramar». Sin embargo, en este post queremos hablar de  otra «novelit
a», a la que sin embargo se le puede aplicar dicho diminutivo por su extensión, pero no por su calidad. Se trata de «El nombre del mundo es bosque», una obra ideal para adentrarnos en el fértil y original imaginario de la autora norteamericana.

«El nombre del mundo es bosque», que fue Premio Hugo a la mejor novela corta en 1973, está ambientada en Nueva Tahití, un mundo boscoso y exuberante que es esquilmado sin miramientos por los humanos, que además utilizan a los habitantes locales, los crichis, como mano de obra barata. ¿Os suena de algo el argumento? Sí, es casi idéntico al de «Avatar». No os contaremos más, porque no queremos desvelar más de la cuenta. lo que los yanquis y sus febriles adeptos llaman hacer un «spoiler». Aquí tenéis nuestras seis razones para leer esta maravillosa obra:

-Cuidado del medio ambiente: El principal objetivo comercial de la colonia humana en Nueva Tahití es la exportación de madera, de la que el planeta anda sobrado. Sin embargo, por muy abundantes que sean, los recursos naturales son siempre limitados. Además, cualquier ser está estrechamente vinculado al resto de formas de vida con las que coexiste. Si todos los árboles desaparecen, ¿quién nos dará cobijo, con qué material haremos fuego o construiremos nuestras casas?

-Respeto a cualquier tipo de vida: Los crichis o athstianos son muy diferentes de los invasores humanos, pues tienen apenas un metro de estatura y la verde. Esta es una de las razones por la que los segundos abusan de los primeros, hasta que salta la chispa de la rebelión. La historia ha demostrado que la soberbia del colonizador suele volverse en su contra. Quizá por ello todos deberíamos tratar a los demás, sean cuales sean las diferencias que nos separen, tal como nos gustaría que nos tratasen a nosotros.

-La importancia de la comunidad: El líder del ataque crichi es Server, un hombre al que se lo han arrebatado todo y que se mueve a golpe de ira. En un principio, su rebelión es personal, pero muy pronto otros muchos se unirán a ella para poner freno a la injusticia. Por muy débiles e inferiores que sean respecto a los humanos, los crichis cuenta con un factor a su favor: La cantidad. Así, demostrarán que unidos podemos superar cualquier escollo, siempre que nos impulse un noble objetivo, más grande que la suma de todas nuestras metas particulares.

-La compasión: ¿Puede alguien perdonar lo imperdonable o debe pagar con la misma moneda con la que ha sido ofendido? Ursula K. Leguin viene a demostrar en «El nombre del mundo es bosque» que los seres vivos¡ solemos ejecutar sin miramientos las más viles acciones, pero que, en situaciones excepcionales, también somos capaces de las mayores muestras de clemencia. Así de paradójica es nuestra naturaleza.

-El amor por el conocimiento: Uno de los personajes centrales de la novela es Raj Lyubov, antropólogo encargado de estudiar la cultural local. Se trata de esas personas curiosas y de mente abierta, de las que nunca hay suficientes. Su afecto por Server lo llevará a protegerlo de la venganza del capitán Davidson (el malo malísimo de la historia). Lyubov demuestra que la ciencia requiere también de empatía, pues para llegar a conocer al otro, al ente recién conocido, debemos ponernos siempre en su lugar.

Y eso es todo, amigos… Esperamos que os hayan entrado ganas de leer «El nombre del mundo es bosque», que además es una obra que se devora de una sentada y que es especialmente apta para el público juvenil.  ¿A qué esperáis para haceros con ella?

Lengua Verde Libros

24 mayo, 2016